Cuando imparto un curso o taller de capacitación para la gestión de proyectos, siempre explico que la gestión de riesgo es mi tema preferido. Desafortunadamente casi nunca tengo la oportunidad de abordar este tema en gran detalle, dado que la gestión de riesgo es solo una de las áreas de conocimiento esenciales para cualquier proyecto. Además, he de reconocer que mi apego a la gestión de riesgo es más bien de carácter personal y los cursos que imparto son, obviamente, de índole profesional.
¿Por qué considero el tema de la gestión de riesgo tan atractivo o interesante? Primero, porque el riesgo no es nada más que incertidumbre, por lo cual tenemos que enfrentarnos a ella cada día; segundo, porque el riesgo puede ser visto como una oportunidad (riesgo positivo) así como una amenaza (riesgo negativo). Por lo tanto, en cualquier situación, podemos contrastar lo negativo con lo positivo y establecer un enfoque equilibrado entre ambos. Para tal fin, en lugar de sumar los riesgos mentalmente y estresarnos con la incertidumbre, sobre todo la incertidumbre de índole negativa, necesitamos gestionar los riesgos mediante un acercamiento enfocado, identificar los riesgos y sus características, priorizarlos y cuantificarlos, establecer respuestas para cada riesgo y, dado el caso, controlarlo. Siguiendo estos pasos, estaremos preparados para afrontar lo que nos inquieta y desmitificarlo. Si, por ejemplo, tememos perder el trabajo o que no seamos capaces de generar suficiente volumen de negocios, podemos enfrentarnos a estos riesgos de la siguiente manera:
- describir el riesgo detalladamente (p. ej. pérdida de empleo en el plazo de 2 a 3 meses);
- valorar el riesgo en una escala de 1 a 10 teniendo en cuenta todos los aspectos, (p.ej. los ingresos familiares, gastos, deudas, etc.);
- cuantificar el riesgo (p.ej. 30.000 € en pérdida de ingresos durante los primeros 6 meses);
- preparar un plan de acción con respuestas tales como apartar ahorros, actualizar nuestro currículum vitae o barajar la posibilidad de trabajar temporalmente como asesor autónomo, etc.
- más allá de esto, deberíamos hacer un seguimiento del riesgo y determinar si se materializa al aparecer desencadenantes, por ejemplo si la situación económica, tanto interna como externa a la empresa, empeora o si nuestro jefe nos da un informe de evaluación desfavorable. Si eso ocurriese, implementaríamos nuestra respuesta a este riesgo.
Por otra parte, como mencione anteriormente, el riesgo descrito también nos puede brindar una oportunidad nueva. En ese caso, el punto número 3 se formularía de la siguiente manera: estudiar la oportunidad de crear mi propia empresa, cambiar de profesión o encontrar un empleo aún mejor, etc.
Por lo tanto, la próxima vez que se desvele, estresado por algo que quizá pueda o no pueda ocurrir, tenga a un cliente insatisfecho con usted y/o con su empresa o haya identificado una oportunidad con gran potencial de éxito, emplee su tiempo y energía de forma efectiva: implemente las herramientas de la gestión de riesgo.
Jorge Romero-Lozano, Dipl. Ing., LEED AP, PMP
La Gestión de Riesgo Como Parte de la Vida Cotidiana
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